lunes, 8 de octubre de 2012

La lengua del colibrí




Los científicos analizan diminutas cantidades de sangre, ADN y otras sustancias en portaobjetos de cristal del tamaño de la palma de la mano. En este mundo de microfluidos se emplea la aspiración o la succión para mover las gotitas, pero estos métodos no siempre funcionan. ¿Hay alguna manera mejor de transportar fluidos a escala manométrica? Según John Bush, profesor del instituto de Massachusetts (MIT), “la naturaleza ya tiene resueltos estos inconvenientes”.

Reflexione: El colibrí no malgasta energía succionando el néctar de las flores, sino que aprovecha las fuerzas de cesión que hacen que una gota de agua sobre una superficie plana desafié la gravedad y adopte su característica forma redonda. Cuando la lengua del colibrí entra en contacto con el néctar, la tensión de la superficie del líquido hace que esta tome la forma de una pajita y que el néctar suba por sus paredes. En resumen, el colibrí se ahorra trabajo dejando que el néctar ascienda por sí mismo hasta la boca. La acción se repite nada más y nada menos que veinte veces por segundo.
Este método de absorción se ha observado también en algunas aves limícolas, que beben agua de forma parecida. Comentando esta característica, el profesor Stanford (California), puntualiza: “La combinación de ingeniería física y matemáticas aplicadas es simplemente maravillosa […]. Si hubiera pedida a un ingeniero o a un matemático que diseñara un método para que las aves pudieran transportar el agua desde el extremo del pico a la boca, no habría ideado nada igual”.

¿Qué piensa? ¿Es la diminuta lengua del colibrí, con su capacidad para recolectar néctar de manera rápida y eficaz, producto de la casualidad, o del diseño?
 

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